Antígona de Sófocles

Con tanta manifestación (totalmente justificada) en estos meses se está hablando de un concepto muy interesante: la desobediencia civil. Cuando los gobernantes no responden a las demandas de los ciudadanos no sólo es una opción, sino un deber, desobedecer de una forma cívica y democrática al poder establecido. Justicia poética. Este motivo ha salido muchas veces en la literatura. Pero la obra donde posiblemente se tratara el tema por primera vez es en la famosa tragedia griega clásica Antígona, escrita por Sófocles, en torno al año 423 A.C.

Sófocles es uno de los grandes trágicos de la Grecia clásica, junto con Esquilo y Eurípides. Se cree que escribió 423 obras pero sólo nos han llegado 7. De entre ellas las más famosas son las que forman parte de la trilogía que gira en torno a la ciudad de Tebas: Edipo rey, Edipo en Colono y Antígona. Las dos primeras se centran en el descubrimiento de la verdadera identidad de Edipo. La última, curiosamente la que primero fue escrita, tiene como personajes centrales a los descendientes de Edipo y Tebas tras la muerte de su rey.

La tragedia arranca con un diálogo entre Antígona e Ismene. Este diálogo sirve para poner al espectador en el contexto de la acción, que más tarde completará la aparición del Coro. La ciudad de Tebas acaba de sufrir una guerra civil. En esa guerra han muerto Etéocles y Polinices, hermanos de Antígona, uno a mano del otro mientras uno atacaba y el otro defendía la ciudad. Creonte, tío de Antígona y ahora el que detenta el poder de Tebas, ha decidido enterrar con grandes honores a Etéocles por defender la ciudad mientras que ha prohibido enterrar el cadáver de Polinices, para que se pudra al aire libre y sea devorado por los lobos y los buitres. Antígona, que juzga la medida de ser desmesurada e impía, decide desafiar el decreto de su tío, pese a las reservas expuestas por su hermana.

El elemento clave en una tragedía es el Agón. Básicamente al agón es la tensión sobre la que sustenta la acción o la trama de la obra. Esto era así en la Grecia clásica y sigue siendo así 26 siglos después (¡lo poco que hemos avanzado o lo listos que eran los griegos!). En esta obra los protagonistas de esta lucha principal son Antígona y Creonte. Pero Sófocles añade otros personajes que no solo complican la arquitectura de la obra sino que además lo hace manteniendo el equilibrio de ambas partes. Por ejemplo Ismene, en vez de ayudar a Antígona, decide no tomar parte por lo que implícitamente apoya a Creonte. Por otro lado Hemón, hijo de Creonte, y novio de Antígona, decide apoyar a su prometida en vez de ser fiel a su padre. Este equilibrio en la tensión hace de Antígona una de las mejores tragedias de la Historia (si no la mejor).

La decisión de no enterrar a Polinices por parte de Creonte es ciertamente dura. Los griegos tenían un profundo respeto por sus dioses y el mundo de ultratumba. No sólo era su amor sino también su deber enterrar propiamente a sus muertos. Dar las monedas necesarias para que Caronte llevase al muerto al otro lado de la laguna Estigia y así poder entrar en el Hades. Negar esto era negar el descanso eterno al fallecido. Por otro lado en Grecia el concepto de la Polis era también muy importante. No es el individuo lo que importa, sino la ciudad. Las acciones de sus hombres es defender los intereses generales de la polis y nos los suyos propios. Polinices es un traidor de la polis, se impone un castigo ejemplar. No hay que olvidar que Creonte es su tío, por lo que no debe ser más flexibe en este caso ya que podría ser acusado de dar un trato preferente al fallecido al ser un familiar suyo.

Pero el buen gobierno no es sólo aquel que mira por el bien de la Polis, sino también el que atiende el sentir de los ciudadanos. El problema principal de Creonte es la arrogancia con la que se comporta en escena. Otro de los elementos claves de la tragedia griega es el orgullo desmesurado o hybris. Este sentimiento que mueve a los personajes griegos, aunque originados por buenas intenciones, son los que acaban desencadenando los acontecimientos más trágicos. Creonte desoye los comentarios de clemencia por parte de todos los personajes, y lo acabará pagando muy caro. Como transfondo histórico está el duelo entre el gobierno democrático y el de los tiranos en la Antigua Grecia.

Frente a Creonte está Antígona. Ella es una buena ciudadana que decide romper la ley porque considera su deber enterrar a su hermano. Sabe que su acción, a parte de piadosa, no conlleva ningún mal a la sociedad. Es más, es consciente de que no es la única que piensa como ella y que por lo tanto tiene todo el derecho a desobodecer las leyes. Y esta es una de las ideas que en el mundo está volviendo a aflorar, afortunadamente, el derecho de los ciudadanos a desobedecer a sus gobernantes. Es la diferencia también entre la objeción de conciencia (que en el fondo respeta el orden establecido) frente a la insumisión (incumplir conscientemente una norma por principios éticos y acatar la sanción que conlleva). Es nuestro deber como ciudadanos incumplir las normas que sean injustas para poder facilitar su cambio (y siempre y cuando no derive ningún mal a otras personas).

Aunque Sófocles está más cercano a Antígona, no es un maniqueo y también coloca elementos negativos en ella. No sólo para mantener el equilibrio que antes mencionábamos sino también para aumentar la complejidad psicológica de sus personajes. Por ejemplo Antígona parece no solo dispuesta a morir por su acciones sino que incluso se la ve contenta con esa consecuencia. Hay algo macabro en este personaje. Ismene le llega decir la famosa frase: “Caliente corazón tienes, hasta en cosas que hielan”. También Antígona es bastante dura con su hermana. Es comprensible el miedo de Ismene a realizar la acción y desde que se niega a ayudar a su hermana, solo recibirá sus menosprecios. Incluso en un momento en que Antígona se enfrenta con Creonte, con Ismene delante, le dice que ella es la única hija de los reyes que queda, ignorando por completo a su hermana.

Son muchos los temas incluidos en la obra, desde el papel de la mujer en Grecia hasta la influencia del amor. El coro va comentando y analizando otros temas en sus intervenciones. Es una obra completa, tremendamente poética y con una gran función pedagógica. El objetivo final de la tragedia era la catársis. Tras presentar al público con una determinada situación y sus consecuencias, el dolor derivado purifica sus almas y se produce el aprendizaje para el futuro, nos quedamos con la moraleja. En este caso es, como muy bien dice el coro:

Las palabras hinchadas por el orgullo comportan, para los orgullosos, los mayores golpes; ellas, con la vejez, enseñan la prudencia.

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